Una emboscada que encendió la chispa del conflicto
El 26 de enero de 1995, a las 6:00 p.m., una patrulla del Ejército Peruano fue emboscada en la cabecera del Río Cenepa, en plena selva amazónica. La patrulla ‘Roosevelt’, liderada por el teniente William Guzmán Espinoza, fue atacada con helicópteros, morteros y ametralladoras mientras realizaba labores de reconocimiento. Este enfrentamiento se convirtió en el detonante de un conflicto armado entre Perú y Ecuador, el último registrado en América Latina. A pesar de la desventaja numérica y de armamento, los soldados peruanos resistieron con valentía.
Guzmán Espinoza fue el primer oficial peruano caído en combate y está reconocido como héroe nacional. A su lado también murieron el suboficial Segundo Minchán y el soldado Eduardo Ejizán, quienes sacrificaron sus vidas para mantener la posición y repeler la ocupación ecuatoriana. “Los testimonios indican que Guzmán no solo no abandonó su puesto, sino que, herido, siguió comandando la defensa de su sector”, se menciona en el libro CENEPA: La última batalla de América Latina (2021).
Un conflicto con antecedentes históricos
El Conflicto del Alto Cenepa marcó el punto más álgido de una disputa territorial que había comenzado muchas décadas atrás. En 1941, Perú y Ecuador firmaron el Protocolo de Río de Janeiro, un acuerdo que pretendía establecer los límites fronterizos definitivos. Sin embargo, la demarcación no se completó debido a la retirada unilateral de Ecuador, dejando una zona de 78 kilómetros sin definir, lo que derivó en futuras confrontaciones.
Para 1995, la situación en la frontera era tensa. Con la emboscada a la patrulla peruana, el Gobierno del Perú decidió responder de manera inmediata, enfocando las operaciones en la zona del Río Cenepa. Aunque el conflicto solo duró cinco semanas, fue especialmente cruento, con combates terrestres y aéreos en un territorio selvático extremadamente hostil.
Desafíos en el campo de batalla
Las condiciones de combate en el Cenepa eran desafiantes. Las tropas peruanas dependían exclusivamente de helicópteros para llegar a la zona, mientras que el ejército ecuatoriano contaba con vías terrestres que facilitaban su logística. “Tuvimos un grave problema no solo para el traslado de las tropas, sino también para el abastecimiento de municiones, equipos y la atención de los heridos”, recordó José Williams, exjefe de la Primera Brigada de Fuerzas Especiales.
Además, muchas de las tropas peruanas provenían del Frente Huallaga, donde habían combatido contra Sendero Luminoso y el MRTA. “Lo único que cambió fue el enemigo”, destacó el exministro de Defensa Roberto Chiabra, resaltando la valentía y determinación de los soldados peruanos.
El camino a la paz definitiva
Mientras la guerra continuaba en la selva, en paralelo se llevaban a cabo negociaciones diplomáticas. Los países garantes del Protocolo de Río —Argentina, Brasil, Chile y Estados Unidos— facilitaron las conversaciones entre Perú y Ecuador, buscando una solución definitiva al conflicto.
Finalmente, el 17 de febrero de 1995, se firmó un cese al fuego y se inició un proceso de paz que culminó en 1998 con la firma del Acuerdo de Brasilia, el cual estableció la frontera definitiva entre ambos países.
Un legado de valor y sacrificio
Hoy, a 30 años del conflicto, el sacrificio de los soldados peruanos sigue siendo recordado con gratitud. Más de 60 peruanos perdieron la vida en servicio, defendiendo la soberanía nacional. Sus nombres están grabados en la historia, como héroes que dieron todo por su patria.
“El Conflicto del Cenepa no solo fue una batalla por territorio, sino también por la dignidad y la integridad nacional. Gracias a la valentía de nuestros soldados, hoy disfrutamos de una paz duradera con Ecuador”, concluyó Chiabra.
